Preocupación

A la vista de los últimos acontecimientos de mi país, empiezo a preocuparme mucho. Primero eliminamos la pluralidad del ente público llamado RTVE, convirtiéndolo en una muestra de único pensamiento político. Después vinieron los recortes sociales, muy presentes en las partes más necesarias de cualquier entramado del bienestar de todos: la sanidad, la educación y la cultura. Con la educación hemos ido más lejos, asegurándonos de que las nuevas generaciones sepan cada vez menos y necesiten más de un dinero extra para su "culturización". No contentos con esto, acabamos de manifestar abiertamente que creemos que las mujeres necesitan de la tutela del Estado para su "correcta" educación y vida. Y en consecuencia, hemos creado la actual ley del aborto (Ley de Salud Sexual e Interrupción Voluntaria del Embarazo) que nos hace retroceder con un gigantesco paso a los tiempos anteriores a mi niñez (1985). Pero lo más perverso es que esta ley retrograda y teocrática ha sido utilizada como cortina de humo para cubrir el revuelo causado por otra aún más peligrosa, la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana. Una ley de inspiración claramente fascista que pretende restringir derechos fundamentales como el derecho de manifestación, de reunión y expresión, además de privatizar el monopolio del ejercicio legítimo de la violencia que sólo han de tener los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Bajo la figura eufemística de “colaboración” convierten la denuncia en obligación. La privacidad en las comunicaciones quedará muy limitada. A partir de su futura aprobación en el congreso, yo no me voy a sentir más segura, sino insegura ¿será una infracción grave este articulo?

Me preocupa, y mucho, mi hermana y su mujer, porque ¿qué será lo próximo? Tengo claro que el actual gobierno no va a dejar un tema como la orientación sexual sin tocar. Seguro que llegaremos más lejos y algo se nos ocurrirá, como por ejemplo: abolir alguno (o todos) los derechos que con tanto sufrimiento (personal y social) consiguieron nuestros homosexuales, lesbianas y transexuales.

Siempre me ha dado igual la orientación religiosa de los demás. No veo básico (aunque muchos así lo crean) estar de acuerdo con los demás en ese tema concreto. De hecho, no reconozco en mí misma la orientación religiosa (llámame creyente, pero a mí manera). Siempre he cuidado las ideas de los que me han rodeado, fuera cual fuera su religión o falta de ella. He creído más en las bondades de sus actos y corazones. En consecuencia, me da igual la creencia religiosa de nuestros gobernantes. Si son del Opus Dei, católicos llanos, cristianos evangelistas, protestantes, judíos, musulmanes, budistas, hinduistas, sojitas... no me importa. Lo que sí que me importa, y mucho es cuando su sectarismo les convierte en algo tan peligroso como los islamistas más radicales. Esos que son capaces de destrozar obras de arte para borrar de la memoria de los ciudadanos los vestigios de otras formas de pensamiento diferentes a las suyas. ¿A alguien le suena cómo quitaron hace poco el nombre de Fernán Gómez del Centro Cultural de la Villa de Madrid? Por suerte, las redes sociales trabajaron tan deprisa y bien, que se paralizó dicha majadería y al día siguiente se volvió a colocar el nombre.

Seguro que a muchos, todo esto les pueda sonar algo exagerado, pero, ¿de verdad lo es? El otro día, en la tradicional comida navideña una de las personas mayores que estaba en la mesa contaba con una mezcla de júbilo y tristeza que la escolarización que ella vivió en tiempos de la posguerra fue con dos únicas maestras y un único libro de texto para todos los años que duró. A los 14, hubieras aprendido algo o no, te descolarizaban. Ella, era la más espabilada de su clase, así que la maestra le pidió a su padre que continuara con sus estudios, pero su padre, hombre de campo, no tenía suficiente dinero y terminó dictaminando que si sus hijos varones no iban a la universidad, mucho menos una hija. Desgraciadamente, la falta de estudios la hace cometer bastantes errores en el uso de nuestro idioma.

Será ella consciente que con las nuevas leyes aprobadas en nuestro país la actual generación está cada día más cerca de vivir una realidad muy parecida a la que ella vivió. Curiosamente, sé de buena tinta que votó al actual gobierno con plena fe y ahora vive en desconsolado descontento. ¿Será la única?

De todos modos, lo que estamos haciendo actualmente con nuestro país es feo, pero no dista mucho de lo que ya veníamos viviendo en nuestro pasado más reciente. Y con esto me refiero al tema de la sexualidad, que si bien ha habido muchos avances desde que en la generación de la postguerra no se pudiera estudiar por ser mujer de clase humilde, también es verdad que siempre ha habido un gran machismo en nuestra sociedad. Yo misma, habiendo nacido en tiempos modernos y siendo educada en una supuesta igualdad, he vivido en mis carnes dicho machismo en mi faceta de empresaria creadora de un nuevo modelo de negocio (la distribución de cortometrajes actual). Desgraciadamente, he visto recompensados a mis colegas varones que seguían mi trayectoria con actividades idénticas a las que yo iniciaba, mientras que a mí, en rara ocasión se me regalaba dicho reconocimiento y exposición. 

Pero no estoy escribiendo este artículo de opinión para hablar de mí. Sino más bien, para hablar de una nefasta trayectoria que nos lleva de cabeza al modelo social que nuestros abuelos no quisieron para nosotros: un régimen autoritario. Un proceso que empezó en 2002 con la aprobación de la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos, que convierte el silencio en delito y obliga a tener una opinión de Estado , gracias a esta ley se ilegalizó a Herri Batasuna. Sin entrar en discursos políticos, el hecho es que sentó el precedente de “tu opinión ha de ser ésta, si no, eres un enemigo del Estado". Desde entonces y poco a poco, se ha ido subiendo el tono hasta dejarnos indefensos y con una acusada sensación de estar volviendo a la dictadura. O al menos, esto es lo que oigo cada día decir a más personas.

Seamos sinceros, actualmente no existe ni un sólo partido político que esté preparado para los tiempos que nos han tocado vivir. En las últimas elecciones yo voté a IU (para la alcaldía de Madrid) y a EQUO (para el gobierno de España). Porque me parecieron las dos opciones más cercanas a lo que estamos necesitando: el cuidado del bienestar social y el medio ambiente. Creo firmemente que una sociedad libre y fuerte pasa por tener un alto nivel de bienestar. Y yo deseo eso para todos nosotros. No, no soy comunista. De hecho, soy empresaria y tengo muy claro que: lo mío es mío y lo tuyo es “de usted”. Es más, hasta la fecha he comprobado con tristeza que es el capitalismo el que, con su búsqueda de eternos beneficios, se quiere apropiar de lo suyo para el enriquecimiento de quien lo practica más ferozmente.

Volviendo a los partidos políticos que elegí votar, ahora que estoy mejor informada sé que ambos movimientos se acercan levemente, pero no están preparados para afrontar un problema mucho más grave que todos los arriba expuestos, el problema más serio al que nos enfrentamos como sociedad. Un problema del que probablemente no hayas oído hablar: el fin de la energía barata (estrechamente relacionado con el cambio climático).

Desde 2004 (en realidad, 1956 ) analistas, científicos, altos cargos de las petrolíferas y libre pensadores nos están avisando de un grave cambio en nuestras vidas. Absolutamente todos ellos aseguran que los próximos 20 años serán muy diferentes de los recientes tiempos, y sobre todo, de los 20 años anteriores. Es algo que ya se empieza a notar y nuestra crisis actual tiene que ver claramente con ello.

¿Cómo? ¿Que ésta es la primera noticia que tienes sobre este tema? Pues no me extraña, yo misma vivía en el más absoluto desconocimiento hasta hace poco. Aunque sí me preocupaba, y mucho el notable cambio climático.

Existen numerosos informes fácilmente accesibles en Internet alertando sobre este tema, realizados por reconocidos expertos e instituciones. Aquí te dejo unas muestras:
  1. Informe hecho por the UK Industry Taskforce on Peak Oil & Energy Security (ITPOES)
  2. Informe del Mando Conjunto de las Fuerzas de los Estado Unidos 
  3. Informe sobre la agencia de seguros Lloyd's
  4. Informe de Jeremy Grantham 
  5. Informe de Tullett Prebon, titulado “La Tormenta Perfecta”: energía, finanzas y el fin del crecimiento 
  6. Informe 2013 del Energy Watch Group
  7. Informe de la NASA


Y los siguientes expertos nos intentan alertar e informar con sus charlas, conferencias y cursos sobre un futuro sin alimentos para todos los que somos:

Sé que muchos pensarán que todo esto no es posible. O que las grandes corporaciones han pensado en algo y tienen una alternativa. O que los "grandes pensadores" ya han ideado cómo solucionar este problema. O, tal vez, que los magnates del petróleo ya han comprado la patente del ingenio que nos sacará a todos de este atolladero. Pero no es así, no hay un plan B. Incluso la gran esperanza del movimiento verde, las renovables, no podrán nunca cubrir ni una pequeña fracción de nuestras necesidades energéticas actuales. Además, el cambio climático es crítico y estamos cerca de un punto de “no retorno” a partir del cual ya no tendremos posibilidad de revertirlo.

El cambio climático no es el futuro, no es algo que  tendrán que sufrir nuestros nietos. El cambio climático ya está aquí y se está acelerando. Avanza más rápido de lo que sugerían los modelos más pesimistas hace unos años.

Respira hondo

Extraigo unos artículos al respecto incluidos en la prensa de los últimos días:

Yo creo que ya lo tenemos complicado y debemos darnos prisa. La realidad es que el cambio climático nos afecta a todos. La Tierra es finita. Los océanos ya están contaminados. El uso irresponsable de plásticos está envenenando a toda la población mundial (te sonará que Europa prohibió los biberones de plástico que contenían Biferol A, si indagas en las causas, te asombrarás). Pero sobre todo, el mal uso que hemos hecho de nuestra energía fósil nos ha dejado un panorama insostenible. Pero no quiero ser fatalista, es un hecho que podemos tolerar bastante grado de intoxicación en nuestros cuerpos y los cambios, si no siguen avanzando hacia el desastre serán asimilados. Así que pensemos en lo más básico, pensemos en la comida y el agua. Cuando la situación se agrave, y ten por seguro que lo hará, el dinero será papel mojado para conseguir alimento si el mismo escasea, a menos que desde ya estés trabajando la permacultura (véase también el enlace de Bill Mollison, más arriba) en tus tierras, y además, tus vecinos estén en tus mismas condiciones. De otro modo, deberás luchar muy duro para mantener lo tuyo. Y con esto me refiero a la visión más apocalíptica que nos puedan dejar los modernos directores de cine con su visión del mundo zombi. Y no es que vayamos a revivir de entre los muertos. Más bien será que nuestro deseo de comer nos convertirá en desalmados seres que, con nuestras acciones convertiremos en otros desalmados a los pocos que posean algo más.

No podemos quedarnos de brazos cruzados ante toda esta información que parece que tan sólo unos pocos conocemos (ahora uno más, con tu lectura). Debemos actuar y rápido. Recordemos el cercano ejemplo que ya he expuesto antes sobre el Centro Cultural de la Villa de Madrid, aunque es demasiado local. Aquí van otros dos, a mayor escala: 
  1. Cambiamos las leyes europeas y ahora estamos más cerca de evitar que sigan muriendo las abejas
  2. La presión ciudadana está evitando el fracking  

Todos juntos podemos.

¿Cómo actuar? ¿Qué puedo hacer yo? Pues mucho, lo primero es que deberíamos informar a los que nos rodean de esta situación crítica y especial. Sin agobiar, los problemas no dejarán de existir por agobiarse con ellos, pero si todos pensamos en soluciones, seguramente su efecto en nosotros será muy diferente. Y seguidamente, deberíamos pasar a la siguiente acción:
  • Creemos una nueva fuerza política que piense en el medio ambiente y en el bien social como principal propósito. O reconvirtamos alguna de las ya existentes.
  • "Decrezcamos" un poco y empecemos a usar la energía con más cuidado y para lo que sea más necesario. No la derrochemos.
  • Intenta no volver a comprar utensilios de plástico. Mejor recicla los que ya existen o compra de otros materiales. Sé que es muy difícil, pero se usa mucho petróleo al hacerlos y se gasta mucho más (con sus nefastas consecuencias para el medio ambiente) al intentar deshacernos de ellos. Es la auténtica basura (esa que no se puede eliminar limpiamente jamás). Además de ser muy contaminante para el medio ambiente.
  • Pero sobre todo: creemos una red social preparada para el futuro, en la que los profesionales de la medicina y la investigación sean cuidados como se merecen y puedan estar al alcance de todos (al menos los médicos y los medicamentos) porque en un futuro no muy lejano no podremos contar con desplazarnos muy lejos para conseguir lo que necesitemos. Así será mejor que nuestros profesionales estén cerca de cada núcleo urbano y más descentralizados de las ciudades. Y exijamos a nuestros gobernantes que faciliten las medicinas para los que las necesitan. 
  • Reorienta tu carrera profesional en la dirección de hacerla más útil para los que te rodean porque los grandes mercados, industrias, etc. desaparecerán y tú serás más necesarios en el espacio cercano a tu vivienda. 
  • Si tienes algún espacio, practica la permacultura. Y ayuda a tus vecinos a que hagan lo mismo. No se trata de crear una comuna hippy, sino más bien de volver a ser vecinos como lo eran nuestros bisabuelos.

...

Después de toda esta información, como poco, deberías analizar todos los datos. Tú eres una persona inteligente, así que, investiga. En este mismo artículo tienes muchos enlaces para ver. Y si lo necesitas, te paso referencias de documentales serios que te informarán más detalladamente sobre el tema.

Y si después de todo esto, quieres: ¡Unámonos para cambiar nuestra realidad!

“Nosotros, el pueblo, todavía no hemos elevado nuestras voces al unísono para que tenga lugar un cambio fundamental y verdadero.”
Chris Martenson -

Entradas populares de este blog

Me pidieron un artículo de opinión desde la Agencia Sync sobre un tema que, dos días después, valoraron que ya era demodé.